Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

miércoles, 21 de febrero de 2018

La contribución de los Cursillos de Cristiandad en la renovación de la parroquia

Intervención de Eduardo Bonnín
Asamblea General del Consejo Pontificio de los Laicos.
Roma, 21-23 de septiembre de 2006

La contribución de los Cursillos de Cristiandad en la renovación de la parroquia No tengo más mérito que haber sido testigo de lo vivido por mi mismo desde la primera hora hasta la presente, es decir en toda una andadura de más de sesenta años del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
El cursillo de cristiandad, por la gracia de Dios, las oraciones de muchos y la firme voluntad de unos pocos, va consiguiendo que el hombre y la mujer tomen consciencia de ser personas y por tanto de tener la facultad receptiva para poder captar la buena noticia de que Dios en Cristo nos ama.
Es que cuando la persona humana se encuentra con el espíritu de Dios, cree en Él y trata de corresponder a su invitación, cambia de óptica, de enfoque, de horizonte y de perspectiva, y encuentra sentido al vivir.

Cuando acaba un cursillo Cristo puede contar con unos cristianos que saborean lúcidamente y con alegría, la gracia de estar bautizados y de ser cristianos. Son cristianos nuevos o mejor dicho renovados porque han comprendido la gracia de serlo en espíritu y en verdad.

No es extraño que los cursillistas, nos sintiéramos especialmente interpelados por el Decreto Conciliar sobre el apostolado de los seglares, cuando leíamos: “Los seglares ejercen su múltiple apostolado tanto en la Iglesia como en el mundo...Los seglares de verdadero espíritu apostólico suplen lo que falta a sus hermanos y devuelven a la Iglesia a  los que quizá estaban alejados”.
A la vez que entendimos con cuanta razón ese Pontificio Consejo de los laicos advertía, sintonizando con el mentado Decreto Conciliar “La estructura parroquial se muestra a la vez demasiado estrecha y demasiado vasta para satisfacer las necesidades de la pastoral y de la formación del conjunto de los fieles”.

Al tiempo que sintonizamos con el Sínodo de los obispos cuando urgía a las parroquias que fuesen verdaderamente misioneras, ya que ni el párroco puede seguir personalmente a todos sus feligreses, ni los feligreses desenvuelven su vida en el mero ámbito parroquial.
Nos fortalecen y animan las palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II pronunciadas en la 4ª Ultreya Nacional de Cursillos de Italia. “Vuestro Movimiento os pide ser fermento en la “masa” del mundo”.

Igualmente nos alienta el lema que Su Santidad eligió para la II Ultreya Mundial en Roma: “Evangelizar los “ambientes”: un desafío para los Cursillos de Cristiandad”. Porque esa “masa” y “ambientes”, ya fue la meta y finalidad de los Cursillos desde sus albores.
Porque esa “masa” y “ambientes”, ese mundo, especialmente el de los alejados, es el lugar donde Cursillos centra y lleva a cabo su acción apostólica.

Tras lo expuesto, la contribución de cursillos a la renovación de la Parroquia la concibo empezando por subrayar que nuestro Movimiento desde sus inicios tiene una clara visión del papel del laicado en la acción misionera de la Iglesia, objetivo apostólico de todo bautizado, y en el que han de converger la persona, el Evangelio y el mundo en que nos ha tocado vivir.

Una concepción orientada sobre todo en la perspectiva del acercamiento de los alejados, los cuales generalmente son los que mejor captan la identidad entre su ansia de felicidad y la vida de Cristo, en cuanto que la ven realizándose en otros cursillistas en los que encuentran enseguida unos verdaderos amigos.

Y es que cuando los alejados captan la Buena Nueva, su ausencia de previos corsés histórico-religiosos hace aflorar en ellos una creatividad evangélica asombrosa.
Con lo que generan un ambiente en el que esta creatividad evangélica no se ve coartada, sino fomentada.

Esa y no otra es la motivación para que el encuentro con los alejados no fracase. Se trata de un ambiente clave que ha de estar basado en la amistad en su doble vertiente, de intimidad en el grupo y de universalidad en la Ultreya.

En cursillos lo que hemos querido siempre y en lo que estamos gozosamente empeñados por fidelidad a nuestras ideas y carisma fundacionales, es en el entronque y en la alineación con la más genuina pastoralidad eclesial, proclamando ser el Movimiento que no tiene otra espiritualidad que la de la Iglesia misma.

Todo ello en coherencia con que cursillos no es el fruto de una busca empírica, sino de una intuición que progresivamente se ha ido transformando en un instrumento maravilloso cuyas bases profundas están radicadas en el Evangelio, certificadas por el Concilio y alentadas por los últimos Pontífices.
Pienso que los Cursillos se sitúan más allá del apostolado individual que el Vaticano II ratificara como esencial en la vida del laico que tiene fe, pero más acá del apostolado coasociado que parece a muchos la alternativa vocacional más recomendable. Creo que los cursillos no son ni deben ser una organización ni una comunidad con fines específicos, aunque algo tengan de una y de otra.
Estimo que los cursillos son masiva y naturalmente un movimiento seglar, pero sin ser exclusivamente de seglares, como resulta evidente para quien los haya vivido en una perspectiva de creativa complementariedad dialéctica entre seglares y sacerdotes.

En cuanto al reclutamiento de cursillistas, en especial de los que recientemente hicieron el cursillo, de parte de ciertos párrocos, en orden a incorporarlos a diversas tareas o campos de apostolado parroquial específicos, como de catequesis, acción social, atención a enfermos u otros ministerios, considero que tales requerimientos de sí, no van a constituir un avance en el ser cristiano del cursillista en cuestión, máxime cuando la incardinación de nuevos cauces eclesiales le restarán tiempo para su acción cristiana básica dentro de su cotidiano vivir, que es dar testimonio de Cristo en el lugar en que el Señor lo ha plantado.

Por lo demás, el cursillista como todo hombre, tiene la imperiosa necesidad de ser comprendido, esto es, de ser y de sentirse amado.

Es una pena que no se caiga en la cuenta de que el empleo automático de los convertidos en esa pastoralidad así entendida, haya venido privando a la genuina pastoral de la parte más humana, más espontánea y más en punta de la sociedad y por tanto de la que tiene más base para ir logrando ser íntegramente cristiana.

Lo más novedoso del Cursillo es que lanza al seglar al apostolado en su pista específica y con su normal peculiar estilo, el suyo, el que Dios le ha dado, impulsándolo a la gozosa aventura de simplificar y facilitar el camino para ir encontrándose consigo mismo y para que desde sí mismo, vaya descubriendo que el encuentro con Cristo y con los hermanos puede irse dilatando y convirtiéndose en amistad, a medida que se va haciendo realidad en la Reunión de Grupo y en la Ultreya.

Por más que es justo reconocer que a la sombra de la parroquia y de muchas asociaciones han podido crecer, desarrollarse y madurar muchos hombres, mujeres, jóvenes y niños, para la gloria de la Santa Iglesia. Y de ello existen personas que son argumentos vivos a favor de la fecundidad eficiente de la parroquia.

Quiero remarcar que el tipo de comunidad que hoy necesita el mundo y por tanto la Iglesia, tiene que ser enucleado y aglutinado por la gratuidad, por el más interesado desinterés; el tomar en serio a cada una de las personas por lo que son, por el hecho de ser personas, no por lo que tienen, ni por lo que saben, ni por lo que pueden, ni siquiera por lo que puedan colaborar en la Iglesia, ya que todo ello impide que se pueda transparentar con la máxima diafanidad la ternura de Dios, pues el sentido de la realidad coincide con el sentido del Evangelio, que es el amor. Es incomprensible entender la  pretensión de quienes quisieron quitar al seglar todo el rol que el Movimiento de Cursillos le ha dado. Es como querer cortar uno de los tallos más vivos que el Evangelio vivido por sacerdotes y seglares ha conseguido en la Iglesia, perseverando y creciendo en Cristo mediante la amistad vivida de modo personal en la Reunión de Grupo y comunitariamente en la Ultreya, con los que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad cuenta específicamente para poder madurar y crecer.
La Reunión de Grupo, que es la amistad llevada al terreno sobrenatural que crea una circunstancia que va posibilitando en la vida la vivencia auténtica, continua y progresiva de lo fundamental cristiano, donde se da el contacto con los hermanos para que lo mejor de cada uno llegue a los más posibles.

Mi voto por la esperanza.

Acabo haciendo mías estas palabras del Papa Ratzinger, en Informe sobre la fe: “Lo que a lo largo y ancho de la Iglesia universal resuena con tonos de esperanza, es la floración de nuevos Movimientos que nadie plantea ni convoca y surgen de la intrínseca vitalidad de la Iglesia. Encuentro maravilloso que el Espíritu sea una vez más, más poderoso que nuestros proyectos... La renovación es callada, pero avanza con eficacia”.

Eduardo Bonnín
Roma, 23 de septiembre de 2006

Agentes de cambio o Constructores de la Sociedad que busca el Movimiento de Cursillos

TEMA DIFICULTOSO
Cuando recibí del padre Cesáreo el encargo de escribir algo sobre el tema que encabeza estas líneas, pensé, y sigo pensando, que me lo puso tremendamente difícil, pues desde siempre he creído que cuando el Evangelio y su latente y poderosa eficacia fluye, influye y confluye donde tiene lugar y se da lo auténticamente humano, lo dinamiza, lo orienta y lo dirige todo hacia su más posible y rotunda plenitud. Y esto ocurre sin necesidad de agentes de cambio que lo enreden, y sin planes trazados por otros, que pretendan construir estructuras cristianas, donde fácilmente se puede obtener etiqueta de cristiano sin serlo ni en espíritu ni en verdad.
Y esto, lo llevo yo tan metido dentro, es para mí tan real y verdadero, que en mi pobre opinión, darme a mí, y precisamente a mí, el desarrollo de este tema, diría que es algo parecido a si al Cabo de la Jefatura de Tráfico, de la Sección de Muertos y Accidentados en Carretera, se le encargara escribir la apología del viajar en automóvil. De seguro que, al intentarlo, se le agolparían en su cerebro los fatalmente numerosos muertos y heridos que él ha tenido que atender, recoger y atestiguar.
LOS DE PERSONALIDAD, DIFÍCILMENTE MANIPULABLES
La circunstancia de seguir estando en activo en el Movimiento de Cursillos desde su iniciación en 1944 ha hecho que presenciara, cómo -de seguro siempre con la mejor de las intenciones, eso sí-, la poderosa energía espiritual producida por los tres días de Cursillos era casi toda orientada primero, y canalizada después, por los que sintiéndose más cristianos que los demás, han pretendido «actuar como agentes de cambio» y «constructores de la sociedad», empleando, si así se puede hablar, el material humano y generoso que cada Cursillo les ha ido proporcionando, para tratar de lograr, sin la voluntad de los sujetos, la vitalización de todo lo que no funciona o funciona mal en su parcela eclesial.
Este desvío tan frecuente, y tan dolorosamente experimentado tantas veces, ha sido y sigue siendo la causa principal por la que el Movimiento de Cursillos muchas veces no haya producido o no produzca los frutos de eficacia que se podrían esperar de él, ya que normalmente las personas que han vivido un Cursillo, sobre todo si tienen personalidad, no se dejan manejar para que los de siempre consigan lo de siempre, esto es: poder contar con una comparsa a sus órdenes y así seguir ejercitando sus dotes de agentes y constructores.
MADURAR DONDE DIOS LES HA PLANTADO
Hay que tener muy en cuenta que a los que salen de un Cursillo no se les tiene que manipular ni desubicar, sino que tienen que madurar donde Dios les ha plantado, ya que si esto se hace así, los que han vivido la gozosa experiencia de los tres días de un Cursillo la van acrecentando, siempre que se les procuren los medios apropiados: la Reunión de Grupo y la Ultreya; clima que les facilita que puedan ir logrando esclarecer su convicción, afirmarse en su decisión y motivando su constancia. Sin duda ninguna, éste es el mejor camino para poder ir planificando lo más importante de todo, que siempre ha sido, es y será el encuentro consigo mismo, etapa base, fundamento y clave que facilita, simplifica y allana el camino hacia Cristo y hacia los hermanos, sin misticismos inhibidores, ni fraternidades incontroladas.
EL IMPRESCINDIBLE PUNTO DE PARTIDA
El Movimiento de Cursillos parte de que, donde no ha sido tergiversado, no tiene necesidad de buscar ningún agente de cambio, porque van emergiendo todos los que se precisan del clima que se crea y se expande desde el lugar donde están los que, como queda dicho, por haberse encontrado a sí mismos, a Cristo y a los hermanos, tienen muy presente que lo principal es el primer encuentro, para poder ir perennizando los otros dos. Este es el imprescindible punto de partida.
LO QUE CONTAGIA Y CONVENCE
La obstinada urgencia, aunque a veces disimulada, con que a los que acaban de encontrarse consigo mismos en un Cursillo se les obliga a cambiar y a construir en el recinto de lo pío, en lugar de dar prioridad al área de mismidad y de su concreto entorno, hace que de manera casi matemática se encuentren situados en pistas muy honorables, y muy buenas en sí, pero que les alejan de sí mismos, por el paternalismo que engendran, por las inquietudes que aquietan y por los horizontes que no clarifican ni animan.
Tal vez se pueda decir, sin pretender dogmatizar, que en el terreno de la normalidad donde discurre el vivir de los humanos, una religiosidad para contagiar y convencer tiene que ser motivada por la fe, la moral, por una convicción gozosa y alegre, y la política social, por un claro y diáfano altruismo; pero todo ello encarnado y hecho vida en hombres que lo vivan de verdad. Si lo hacen por obligación, ni ilusionan, ni contagian.
CUANDO SE CONFÍA MÁS EN LAS ESTRUCTURAS QUE EN LAS PERSONAS
Las construcciones que pueden montarse para fomentar la religiosidad, la moral o la política social son poco consistentes, cuando se confía más en las estructuras que en las personas, ya que ellas son sin duda los medios de que se vale Dios, no para fomentar, sino para fermentar lo cristiano.
Es una pena que no se llegue a comprender de una vez por todas que no se trata de actualizar el Evangelio con los montajes pastorales teóricos al uso, sino que es el Evangelio que nos actualiza a todos, pero primero a los hombres, antes que las estructuras, ya que si no se empieza por «la Jerusalén de uno mismo», que es por donde todo lo auténtico tiene que empezar, siempre habrá un latente fariseísmo en todo lo que se lleve a cabo. Lo que precisa, mejor dicho, lo único que precisa, es que a cada hombre le llegue la buena noticia de que Dios, en Cristo, le ama.
El que lo cree de verdad obra en consecuencia, y con sereno, continuado, humilde y sencillo esfuerzo lo hace luz y móvil de su existir, en el clima en que está y en el lugar en que se halla, y allí es donde se le nota, donde da la nota, donde puede darla con simplicidad, con sencillez, con naturalidad; y allí es justamente también, si no se le complica, donde mucho podrá cambiar y mucho se podrá construir en cristiano, en la realidad concreta donde está, en la que vive, mientras no se le aparte de ella y no se pretenda transplantarle al área de lo pío, para que una vez en ella, separado de sus raíces y «de su tierra», se le exija que dé el fruto que gusta más y creen mejor, los «supercristianos» de turno.
Estas genialidades casi siempre son obra de los que, sintiéndose agentes y constructores, no han acertado a ver que por su dinámica misma el Movimiento de Cursillos no tiene necesidad de buscar, ya que -como queda dicho- con la Reunión de Grupo y la Ultreya, cuando éstas no se tergiversan y se ponen al servicio de otros fines, se crea y cultivan el clima apropiado. Y esto siempre que, al contrario de lo que se acostumbra a veces, no se pongan trabas a la espontaneidad que surge de un grupo de cristianos, cuando lo humano de cada uno ha quedado fascinado por la persona de Cristo, y va descubriendo que con Él a bordo de su persona sus cualidades van potenciándose, y sus dificultades perdiendo vigor.
Hoy que gracias a Dios, aunque muchos no se hayan dado todavía cuenta -sobre todo si se cuentan entre los adalides obstinados de los apostolados platónicos, planificados con muy buena intención, pero a muchas millas de lo real-, no hay puesto para lo impuesto. Lo que viene dado por decreto es muy difícil que interese al hombre actual, que va dándose cuenta de que la tan llevada y traída libertad, por la que todo el mundo suspira, es siempre por lo menos o nada menos antes que otra cosa el derecho a ser veraz, y por tanto en ir dándose cuenta de que lo cristiano, más que en tener que dar un día cuenta, consiste en darse cuenta cada día, y mejor aún a cada momento si puede llegarse a ello, de que por la gracia de Dios, mucho puede esperarse y conseguirse de la persona, si ésta se concientiza de sus cualidades y de lo que puede dar de sí, si no abdica de su singularidad, de su originalidad, ni de su creatividad; único punto de partida para que una acción sea verdaderamente personal, y no impuesta por peregrinas y absurdas culpabilidades y responsabilidades que, por no ser verdaderas, no pueden convencer más que a los ingenuos.
Esta realidad, intuida, pensada, rezada y vivida desde el principio del principio, allá por los años cuarenta, nos ha evidenciado que éste es el punto más importante, pero por su simplicidad, difícilmente se puede entender con facilidad; o mejor dicho es casi imposible de entender, sobre todo por los que, sintiéndose «maestros en Israel», creen ya haberlo entendido.
La vida nos ha ido demostrando que del comportamiento a la convicción es mucho más difícil el camino que de la convicción al comportamiento, y que éste también es a la vez mucho más eficaz, porque una convicción siempre contagia, y un comportamiento a lo más que llega es a suscitar imitadores, que no pocas veces no hace más que poner de manifiesto la perenne vigencia de aquella sabia frase que dice: «Bienaventurados nuestros imitadores, porque de ellos serán nuestros defectos».
Cuando este ideal -que es el que siempre hemos pretendido, y que nunca hemos dejado de pretender los que iniciamos Cursillos- llega al hombre de a pie, al hombre corriente, natural y humano, éste, si no se le manipula, comprende fácilmente que el tan repetido y poco comprendido encuentro con uno mismo es la realidad fundamental desde la cual se tiene que partir si se quiere pisar por la senda de la autenticidad, tan cotizada en el mercado de los valores que hoy se valoran.
Por ser ésta la base para poner en juego los valores que se poseen, interesa siempre a la persona que es persona o se esfuerza por serlo, ya que nunca va a hallar cosa que pueda descubrirle e interesarle tanto como saberse en el mejor camino para encontrar su identidad, para encontrarse a sí mismo y ser sí mismo, sobre todo cuando llega a comprender que tan sólo partiendo de sí mismo podrá orientarse, seguir y llegar donde sus cualidades humanas, descubiertas, cultivadas, potenciadas y agradecidas por las espirituales le permitan.
La vida es siempre un reto constante a la verdad de uno mismo, y se acrecienta a medida que el hombre se va perfilando en el diseño que marcan las puntas de avance, en el área vital de su normal vivir, lo que además de irle haciendo más persona, le templa y le afina para ir por la vida sabiendo afrontar, cuando se presentan en sus siempre posibles circunstancias adversas, la apatía, el desánimo, la soledad o la traición.
Creo que no puede extrañar a nadie que los iniciadores de los Cursillos sintamos cierto pánico hacia los incorregibles propulsores de los «cambios» y las «construcciones», en el área simple y llana de lo que debe ser un Cursillo. No dudamos que todos pretenden haber encontrado las mejores vías hacia la eficacia, pero hay que ver lo complicado que nos lo han puesto, pues han acordado, reglamentado y hecho norma cosas que no sólo no están en la misma línea intencional de lo único que importa, sino que enredan, embrollan y dificultan el camino hacia la genuina simplicidad esencial que los Cursillos persiguen.
No es que temamos ninguna puesta al día. Desde siempre hemos intentado estar «al corriente de las corrientes que corren», pero sabemos también que todo dinamismo de renovación y adaptación debe proceder de la profundización en su qué y en su porqué.
El absurdo cambio de los nombres de los rollos y su orden, la eliminación del titulado El cursillista más allá del Cursillo, que es sin duda el que está más en punta seglar y en línea con el Vaticano II; marcar cotas a la edad de los candidatos, en vez de que prime la personalidad; «legislar» la separación de los jóvenes de los adultos; señalar prioridades absolutas como: «Si no ha ido el marido, no puede ir la mujer» (cuando el que tiene que ir primero para que vaya el otro es sin duda el que tiene más personalidad); los pintorescos Cursillos mixtos; etc.
Todo esto no son más que genialidades de agentes de cambio y de constructores de la sociedad, que en lugar de facilitar que al mayor número de personas posible les llegue la noticia de que Dios les ama, sientan el gozo de existir, y sean conscientes de lo que son por ser bautizados, les planifican programas de actuación, sin caer en la cuenta de que el hacer sin ser, en cristiano, es casi siempre deshacer.
Eduardo Bonnín

domingo, 4 de febrero de 2018

Mi testimonio con el Fundador de Cursillos de Cristiandad

CARLOS MUÑOZ
TESTIMONIO PERSONAL
ENERO DE 2018
Mi nombre es Carlos Enrique Muñoz Díaz, originario de Guatemala, nacido el día 13 de junio de 1955 en la ciudad de Guatemala. De profesión: Chofer de autobús escolar. Casado con Sonia Elizabeth Cruz de Muñoz, con quien he procreado 2 hijos de nombre: María José y Carlos Enrique de 36 y 35 años de edad, respectivamente.

Actualmente radico junto con mi familia en: Laval, Quebec, Canadá
Fue a través de mi amigo Mario González Cibrián que recibí la invitación a vivir el Cursillo. Finalmente, me decidí a vivir el Cursillo de Hombres N° 21 del 13 al 16 de octubre de 1988, en la Diócesis de Montreal, Canadá.

Al hablar de mi proceso de cambio, quisiera empezar por subrayar que tengo la más absoluta certeza de que, de no haber vivido la experiencia del Cursillo, de no haberle dado continuidad y perennidad a lo largo de mi Cuarto Día, y de no haber tenido el privilegio de conocer y entablar con Eduardo una verdadera y sincera amistad, mi vida habría sido otra muy distinta, seguramente alejado y de espaldas a Dios.

Dos factores han sido determinantes en mi proceso de conversión, en mi proceso de ser un poquito más y un poquito mejor de lo que ya podría haber sido:
LA PRIMERA, como queda dicho, dando continuidad y perennidad a la vivencia del Cursillo, profundizando en las señas de identidad del Método: su esencia, finalidad, mentalidad y sistemática. Cuestión que, por una parte, me da la capacidad de captar y cada vez mejor entender el mensaje del amor que Dios en Cristo nos tiene, que de otra manera y por otros medios jamás habría podido comprender con la claridad que ahora lo hago; y por la otra, contribuir a que otros de mis semejantes, igualmente alejados y necesitados de saber que Dios en Cristo les ama, tengan la oportunidad de descubrirlo a través de ésta bendita experiencia que ha demostrado ser de suma eficacia y utilidad especialmente para nosotros los que hemos vivido de espaldas a Dios.

LA SEGUNDA, haber tenido la oportunidad de conocer, tratar y entablar una cercana amistad con Eduardo Bonnín, que de ésta manera no sólo me orientó acerca de las peculiaridades propias del Cursillo, sino que además y sobre todo, me mostró e iluminó el camino a seguir en mi vida, a través de su propia congruencia de vida, de su propia luz, como aquí lo iré comentando.
PRIMER CONTACTO CON EDUARDO:
Durante los primeros seis años posteriores a la vivencia de mi Cursillo, me dediqué con especial interés a conocer el Movimiento y ahondar en el Método, lo hice prácticamente por cuenta propia y a través de algunos otros recursos que me fui agenciando. Tuve algunos avances y mejoras en el ámbito de mi vida familiar, laboral y social, así como en mi incorporación al Movimiento, si bien, no todos ni en los términos que me hubiera gustado. Me sentía, eso sí, en proceso de crecimiento y maduración.

Fue entonces, mayo de 1996, que habría de conocer personalmente a Eduardo, con motivo de que fue invitado por los cursillistas ingleses a visitar Montreal. Y como para estas fechas yo ya mantenía estrecha relación con ellos (los cursillistas ingleses), me enteraron que Eduardo vendría a mi ciudad de residencia. Y sucedió lo inesperado, algo que sin duda habría de influir determinantemente en mi experiencia de vida y en mi propósito de vivir Cursillos al interior del Movimiento: me dijeron que no querían alojar a Eduardo en un Hotel, que, de ser posible, él pedía y prefería estar en contacto directo con las familias cursillistas, por lo que me pidieron buscara familias de cursillistas hispanos que desearan alojarlo en sus respectivos hogares.

Sabiendo de quien se trataba, naturalmente me apunté de inmediato primero en la lista de anfitriones, siendo de ésta manera que por primera vez entré en contacto personal y directo con Eduardo, de la mejor inimaginable manera: pasando unos inolvidables días con mi familia en mi propia casa, y otros más que Eduardo pasó en hogares de otras familias hispanas. Dejando en todos una huella indeleble de sincera amistad, sencillez, humildad y alegría.
En los días que Eduardo pasó en Monreal tuve la oportunidad de compartir de manera muy cercana con él. Ansioso como estaba por saber de Cursillos y despejar un sinnúmero de incógnitas que por aquel entonces tenía en la cabeza, le hice toda clase de preguntas acerca de la génesis del Movimiento y sobre el Método; preguntas que él escuchaba atentamente, y que con su proverbial paciencia, habitual buen humor y alegre sonrisa, contestaba una a una, sin nunca dar muestra de enfado o cansancio. Vaya paciencia franciscana que me debió tener.

Durante su estancia en nuestra casa de Montreal, mi esposa Sonia también tuvo la oportunidad de convivir con Eduardo, con quien aprovecho para platicar y despejar dudas acerca del Método. Eduardo  siempre amable, afectuoso y dispuesto a compartir con suma sencillez, respondió con especial atingencia a las preguntas que mi esposa le formuló. En nuestra familia dejó una huella imborrable que perdura hasta la fecha.
Entre las muchas preguntas que le hice, recuerdo haberle inquirido si se podía hacer cambios al Método; él me recomendó sería mejor probar primero lo que ya está desde el principio del principio, que lo pusiera en práctica como ha sido pensado, y comprobara lo eficaz que es cuando lo utilizamos en la forma y con la finalidad para la que fue pensado.
Efectivamente, a través de nuestras múltiples charlas, y luego con la experiencia práctica acumulada al paso del tiempo, como explico más adelante, he podido comprobar fehacientemente que manteniéndonos fieles a la idea original, el Cursillo es un eficaz y eficiente instrumento de renovación cristiana. Son muchos los casos de hombres y mujeres cuyas vidas he visto transformarse positivamente como resultado de vivir un auténtico Cursillo de Cristiandad.

Menciono con particular interés la eficacia del Método de Cursillos, el trato personalizado con Eduardo y las orientaciones que Eduardo me dio a lo largo de las múltiples ocasiones que he tenido de convivir personal y directamente con él,  por tres principales razones:
PRMERA.- Porque, como queda dicho, mi vida personal sufrió un cambio positivo radical, gracias a la vivencia del Cursillo. Las relaciones armónicas que mantengo de manera personal y directa con las personas que forman parte de mi entorno familiar, laboral y social, son fruto y una muestra fehaciente y palpable de este proceso de cambio despertado y desarrollado a partir de la vivencia de mí Cursillo, pero también, debo reconocerlo y agradecerlo, del trato, del ejemplo, de la influencia que Eduardo ejerció en mi persona y seres queridos, a través de la amistad que compartimos de manera muy cercana, personal y directa hasta el fin de su vida.

SEGUNDA.-  Algo muy similar a lo que acontece en mi vida personal familiar, laboral y social, he podido constatar sucede en la vida de muchos otros hermanos cursillistas con quienes he tenido y tengo oportunidad de interactuar, ya en los múltiples Cursillos que he asistido como profesor o rector, o ya como amigo personal de muchos de ellos con quienes pensamos la vida en voz alta a través de nuestras Reuniones de Grupo, Ultreyas, Escuela de Dirigentes, así como en un buen número de encuentros nacionales e internacionales en que he tenido ocasión de participar, muchos de ellos al lado de Eduardo.

Valga mencionar de paso, el precio que algunos cursillistas hemos tenido y tenemos que pagar por tener el atrevimiento de compartir y difundir las ideas contenidas en el Método de Cursillos a la luz de la idea original. Sinsabores, criticas, señalamientos y descalificaciones de todo tipo, dolorosos sin duda, si bien, nada comparable con las que Eduardo ha tenido que soportar sin proferir lamentos, sin permitir que su corazón se llene de resentimientos o rencor. En el largo tiempo que tuve de conocerlo y tratarle personalmente, jamás le escuche proferir una sola ofensa o exclamación de menos por sus detractores.
TERCERA.- Compartir con Eduardo muy de cerca todas estas vivencias que he mencionado y mencionaré con mayor detalle más adelante, me autoriza a hablar del hombre que sin duda el Señor eligió para ser depositario del Carisma, merced a sus inobjetables cualidades y virtudes.

Yo no sé, ni tengo la menor idea de qué tipo, qué cantidad, calidad, detalles o atributos ha de reunir una persona para ser tenida o valorada en grado de santidad; tampoco tengo la menor idea de qué pueda decir un hombre como yo, con mis pequeñeces, debilidades  y limitaciones, de un hombre de la dimensión y talla de Eduardo. Tal vez sería mejor que para tal efecto recurrieran a expertos en la materia, o por lo menos a aquellos que sepan decir, y decir bien lo que sepan.

Sin embargo, los que saben de estas cosas dicen que es conveniente y necesario recoger el testimonio fehaciente de todo aquel que habiendo conocido y convivido de cerca con Eduardo esté en condición de dar pormenores sobre su calidad humana, que le consten, y esto sí que, modestia aparte, lo puedo hacer y no me puedo negar así sea de manera rustica y modesta. Si bien me queda la preocupación y temor de no poder describir y transmitir con claridad las incuestionables cualidades y virtudes de mi amigo Eduardo, me apenaría mucho no poder contribuir de manera clara y apropiada a este santo propósito.
Dicho lo anterior, quiero empezar por decir, sin temor a equivocarme, que si las cualidades o virtudes que han de concurrir en una persona para ser considerada digna de ser tenida como un auténtico hombre de Dios, son las que le distinguen por su naturalidad, sencillez, humildad, sentido del humor, alegría, gracia, paciencia, tolerancia, y muchas, muchas otras más, me parece que en Eduardo concurren sin duda todas ellas, en grado superlativo.
En atención y respeto a Eduardo, conociéndole como le conocí, y honrando la amistad con que me distinguió, quisiera hacer una salvedad: Si Eduardo estuviera en estos momentos presente entre nosotros y se enterara de que hablamos de las cualidades, virtudes y atributos que le distinguieron a largo de su longeva vida como digno de ser considerado hombre de Dios en grado heroico, de seguro le haríamos pasar un mal rato y aquí sí que sí nos lo reprocharía.

ME EXPLICO: Eduardo nunca gustó de las pasarelas, jamás fue afecto a las candilejas, que consideraba frívolas y banales; quienes le conocimos de cerca sabemos de su humildad y sencillez; sabemos, que era enemigo de ser tenido como centro de atención de cualquier reunión o evento en que participara. Cuando Eduardo aceptaba ocupar alguno de los sitios destinados a las grandes personalidades, lo hacía contra su voluntad y tan sólo por cumplir con las formalidades que el protocolo exigía, y sobre todo, por no contradecir a quien le pidiera amablemente pasar al estrado; lo hacía aún a costa de que, ocupar dicho sitio, le representara un sacrificio verdaderamente incomodó.
Soy testigo de la mortificación que a Eduardo causaba el aplauso de las multitudes, de las concurrencias reunidas para festejarle un cumpleaños, o para agradecerle alguna intervención, o simplemente patentizarle su admiración y cariño. Había que ver las que Eduardo pasaba, el esfuerzo que debía hacer para ocultar su incomodidad y disgusto a través de una sonrisa forzada.

Otra de las grandes peculiaridades que le conocí a Eduardo, fue la enorme paciencia franciscana y singular alegría con que atendió a cuanta persona solicitó hablar con él, ya fuera con el fin de solamente saludarlo y sacarse una fotografía a su lado,  o ya para sostener largas y extenuantes jornadas de trabajo, a las que habremos de sumar infinidad de entrevistas, rollos, y charlas de todo tipo, que dio a  lo largo de prácticamente toda la geografía, ya con el fin de organizar y planear Cursillos, ya con el propósito de dar orientación y explicación puntual acerca del Método, o ya sobre cualquier otra cosa relacionada con el Movimiento. Eduardo fue un hombre verdaderamente incansable, entregado en cuerpo y alma a difundir Cursillos y velar por su integridad original.
Cuántas veces me tocó ver a Eduardo atender a cursillistas que de muchas partes del Mundo le visitaban y frecuentaban para entrevistarlo y conocer de viva voz sobre los más diversos temas relacionados con Cursillos, a costa de su propia salud. Recuerdo aquellas largas reuniones de trabajo celebradas en su despacho de la calle Sindicato, en que en más de una ocasión haciendo rictus de dolor, del dolor que le ocasionaba el terrible herpes que padeció estoicamente durante los últimos años de su vida, se negó a suspender o cancelar la reunión, argumentando que era más importante Cursillos, que su propia salud.
Una faceta poco conocida de Eduardo, que igual me tocó vivir muy de cerca con él, fueron las incomprensivas incomprensiones de que fue objeto a causa de su negativa a cambiar la verdad histórica; intrigas, mentiras, engaños y calumnias fueron asumidos por Eduardo no sin pena y dolor, si bien con total discreción. Como he dicho antes, jamás le oí o vi arengar contra nada y contra nadie, antes bien conminaba  a mantener la calma y confiar en la Misericordia del Señor. Tengo para mí que en los momentos más aciagos del Movimiento la sangre no llegó al rio gracias a la actitud serena y mesurada de Eduardo. Y tengo para mí, que habiendo sido estas incomprensiones tremendamente dolorosas, por decepcionantes y frustrantes, no lo fueron tanto como el terrible herpes que tantas veces hubo de soportar en silencio.

Eduardo, pues, es el amigo por excelencia. Amigo en quien concurren cualidades y virtudes como el que más. Eduardo es la personificación de la humildad, la sencillez y la alegría en grado extremo. Su desempeño en todo momento con normalidad y naturalidad, jamás con frívolas afectaciones en su trato, comportamiento o actuación. Orador de gran capacidad retórica al servicio del Señor, sin teatralidades, sin estridencias, sin extravagancias. Huyendo siempre del aplauso fácil, de las pasarelas y de las candilejas que muchas veces se montaron con la mejor voluntad para recibirle y hacerle sentir el cariño de las decenas, cientos, miles de entusiastas Cursillistas que se reunían para saludarle, abrazarle, escucharle, fotografiarle, o tan solo mirarle a distancia ante la imposibilidad de aproximarse a él, mas no porque él no lo quisiera o no lo permitiera, sino porque las condiciones y circunstancias imperantes en el lugar lo impedían.

Mi deseo de integrarme a las estructuras operativas del Movimiento surgió desde temprana hora, prácticamente luego de vivir mi Cursillo, pero sin duda este deseo se fortaleció, acentuó y maduró a raíz de la visita de Eduardo a Montreal que ha quedado comentada líneas atrás.

A continuación algunas de las actividades y eventos más relevantes en que he participado como dirigente al interior del Movimiento de Cursillos, que cito sin mayor pretensión, y únicamente como referencia y en apoyo a los comentarios aquí registrados.

EDUARDO VISITA A LOS CURSILLISTAS DEL MOVIMIENTO DE HABLA INGLESA DE MONTREAL.
Eduardo se reúne con los cursillistas del Movimiento de habla inglesa de Montreal, en el que yo participo como interprete.

Los cursillistas hacen infinidad de preguntas, a veces reiterativas, que Eduardo escucha y contesta una a una con proverbial paciencia. Las amenas e ilustrativas charlas sostenidas con los cursillistas contribuyen enormemente a comprender mejor el Método, lo que a su vez habrá de redundar en beneficio de los nuevos cursillistas que de ésta manera tienen la oportunidad de vivir una verdadera experiencia.  Por demás está decir que compartir al lado de Eduardo ésta experiencia habrá de contribuir también a mi conocimiento del Método y de manera especial a entender el sentido del Cursillo hecho vida en la persona de Eduardo.
EDUARDO VISITA A LOS CURSILLISTAS DEL MOVIMIENTO DE HABLA HISPANA DE MONTREAL.
Eduardo visita el Movimiento de Cursillos Hispanos de Montreal, donde nuevamente los cursillistas tienen la oportunidad de hacer todo tipo de preguntas, aclarar dudas y, simultáneamente, conocerlo personalmente. Como es público y sabido, la simpatía, sencillez y humildad de Eduardo dejan una imborrable huella en el corazón y la mente de los cursillistas hispanos.
EDUARDO VISITA A LOS CURSILLISTAS DEL MOVIMIENTO DE TORONTO.
Eduardo visita a los cursillistas de Toronto, recientemente iniciado el Movimiento bajo el patrocinio del Movimiento de Montreal. Las escenas se repiten. Eduardo siempre abierto y accesible, incansable; pese a las largas horas de trabajo, Eduardo  increíblemente siempre atento, dispuesto y de buen humor. Desborda humildad, sencillez y simpatía. Su visita a los cursillistas de Toronto habrá de servir de impulso imperecedero.

CONCLUYENDO:
La visita de Eduardo a Canadá nos dejó gratamente impresionados,  su trato siempre amable, toda su manera de ser, quedarán para siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones, junto con un profundo agradecimiento por todo el bien que trajo a nuestras vidas.

Durante los días que pasó en casa conocí a un hombre sencillo, que comía poco, tomaba agua pura, leía mucho y se bañaba con agua fría. Su manera de hablar era la de una persona serena, alegre, confiada, segura, llena de Dios; hablaba de Cursillos con un convencimiento contagioso, cordial,  amistoso, como el mejor  medio de hacer llegar a todos la gran noticia de que Dios en Cristo nos ama.

II CONVERSACIONES DE CALA FIGUERA.
Como resultado de la visita de Eduardo a Monreal, quedé fuertemente motivado para seguir profundizando en el qué, el cómo y el porqué del Movimiento, y por supuesto intentando y a veces logrando llevar a mis ambientes el ejemplo de vida que Eduardo nos transmitió con claridad y sencillez.

Poco después tendría yo la oportunidad de ir a Mallorca, España, con motivo de las II Conversaciones de Cala Figuera, celebradas en abril del 2002. Imborrable, memorable. Viajé acompañado del P. Pedro Molina, nuestro Asesor Espiritual y dos jóvenes más que invité con el fin de dar oportunidad a otros miembros de mi comunidad de que conocieran a Eduardo y más a fondo el Movimiento.

Ahí tuve la oportunidad de conocer a un gran número de dirigentes cursillistas provenientes de muchas partes del Mundo, de profundizar y ampliar en el conocimiento de Cursillos, pero también, de confirmar a través del testimonio que dieron todos estos amigos cursillistas, de cómo Eduardo había visitado uno a uno todos esos países, algunos en repetidas ocasiones, dejado a su paso una huella indeleble de amistad y comunión fraterna. Indescriptible. Algo muy similar a la que nos dejó durante su memorable visita a Canadá, experiencia que tuve oportunidad de compartir públicamente. Aquello fue un verdadero y auténtico Festival del Pensamiento y de Amistad fraterna, que hasta la fecha sigue rindiendo exquisitos frutos.

MIEMBRO DEL GRUPO NORTEAMÉRICA Y DEL CARIBE.
Por estar sirviendo en el Grupo Norteamérica y el Caribe (sus siglas en inglés NACG), tuve la oportunidad de estar en la promulgación de los Estatutos del Organismo Mundial realizado en el Vaticano el 11 junio 2004. La señora Sheelagh Winston y yo viajamos a Mallorca antes del evento para encontrarnos con Eduardo para puntualizar algunas traducciones al inglés.

Ésta visita me dio ocasión de entrevistarme personalmente con Eduardo en su oficina. Pese a las dudas razonables que antecedieron éste trascendental momento, Eduardo me participó su confianza en el Señor de que “las cosas” irían marchando de manera congruente con la idea original. Después viajamos en el mismo avión la delegación de Mallorca y nosotros de Canadá.

PRIMER CURSILLO DE CURSILLOS EN INGLÉS CLEBRADO EN MALLORCA.-
Sirviendo también en el Secretariado Nacional inglés, organizamos una “peregrinación” a Mallorca con unos 50 cursillistas de Canadá. Dentro de las actividades realizadas en la Isla, los amigos del Secretariado Diocesano de Mallorca organizaron lo que sería el PRIMER CURSILLO DE CURSILLOS EN INGLÉS, que se llevó a cabo del 1 al 4 noviembre 2007 en esa ciudad capital. Además del grupo de canadienses, participaron también cursillistas provenientes de EE.UU, Australia, Irlanda y otros países anglófonos, para un total de 105 cursillistas. La presencia de Eduardo en el evento, así como la exposición de los rollos en cuestión habrían de dar generosos frutos en tierra canadienses y, como después supimos, también en otros de los países ahí presentes.   
Durante este Cursillo de Cursillos tuvimos ocasión de escuchar a Eduardo con el rollo: “El Carisma Fundacional”. Ésta sería si no la última, sí una de las últimas actividades en las que Eduardo estaría presente en persona. Contra su deseo, el terrible herpes que ya venía padeciendo, le impedía continuar activo como hasta entonces. Él solía decir, siempre con una inocente sonrisa: “Si por mí fuera, yo continuaría igual que siempre, pero el Señor lo ha dispuesto así, qué le vamos a hacer”.

A MANERA DE COLOFÓN:
Desde aquel primer encuentro personal que el Señor permitió tuviera yo con Eduardo, puedo asegurar no he cesado de profundizar en Cursillos tratando de ser lo más fiel posible al Carisma Fundacional, como era el deseo de Eduardo. Estoy haciendo lo posible porque toda ésta experiencia acumulada al paso del tiempo llegue a los más posibles de la mejor posible. Por demás está decir que en todo esto Eduardo es nuestra inspiración y ejemplo a seguir.
IN MEMORIAM. REQUIESCAT IN PACE:
Por último, he de hacer referencia al momento que nunca nadie que haya conocido a Eduardo esperó o llegó siquiera a imaginar: LA NOTICIA DE SU FALLECIMIENTO.
Sentimientos encontrados: por una parte, enorme tristeza al enterarme de que Eduardo había partido a la casa del Padre, y simultáneamente alegría, sabiendo que sin ninguna duda Eduardo estaría a la derecha del Padre, gozando de las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo, y disfrutando de un merecido “descanso” eterno.
“Descanso”, así entre comillas, sabiendo que nuestro infatigable amigo de seguro estará allá en las alturas promoviendo y organizando la Ultreya Celestial, al lado de un sinnúmero de entusiastas cursillistas y… con el beneplácito de L’Amo y Señor de todo y de todos.
Eduardo Bonnín Aguiló, siervo de Dios, ruega por nosotros.

¡De Colores!


Carlos Enrique Muñoz Díaz
Diócesis de Montreal
27 de enero de 2018

Sobre la Reunión de Grupo

Muchas veces pienso cual será el mejor método para interesar a los cursillistas nuevos y antiguos, para que lleguen a querer, a necesitar, a vivir, disfrutar y testimoniar la maravillas que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, ha creado en su Carisma original, para asegurar la Gracia de Dios, en cada uno de sus cursillistas a través de su Reunión de Grupo y de la Ultreya; y de un cursillo perenne en el cuarto día.
En mis 25 anos y algo mas de cursillistas, he podido comprobar que existe una gran cantidad de dirigentes laicos y eclesiales empeñados en sacar adelante y mantener con éxito la Reunión de Grupo, pero también hay una gran cantidad de dirigentes laicos y consagrados, que observan con indiferencia y hasta con cierto desprecio y abandono, lo que es el torrente sanguíneo que da vida y vigor al MCC como son La Reunión de Grupo y La Ultreya.
Eduardo Bonnín supo desde el inicio, que el nacimiento de un Carisma en la Iglesia, necesita para subsistir, de una estructura. Así hizo Cristo cuando nombro a Pedro, para darle estructura a Su Iglesia. “Tu eres Pedro (Piedra) y sobre ti construiré Mi Iglesia”.
La estructura del carisma cursillista esta dado por su organización, sus secretariados. Pero aquí Bonnín plantea un hecho común. Muchas veces las estructuras se comen la espiritualidad del Carisma.
Mi inquietud me llega a preguntarse ¿comerán las estructuras cursillistas la espiritualidad de la Reuniones de Grupo, que en muchas diócesis se llega a permitir, hasta  Reuniones mixtas y excesivamente abultadas, donde se pierde toda posibilidad de participación, por el excesivo tiempo de la intervención de cada uno en el grupo? o por alguna restricción a la libertad del cursillista de elegir libremente, “con quien quieres”, a sus amigos de su Reunión de Grupo. Dirigentes que muchas veces carecen de los argumentos, por desconocer el Carisma original, para establecer que las Reuniones de grupo, actúen separadas, hombres de mujeres. El solo hecho de ver que los cursillos de hombres se iniciaron con mucha anticipación al de las mujeres, de la misma manera se iniciaron las Reuniones de Grupo primero con hombres y después las mujeres. Además el crecimiento espiritual es individual, frente  a un mismo concepto, hombres y mujeres tienen diferentes sensibilidades, que se comprenden mejor desde su mismo genero.
Hay muchas preguntas que es necesario que los dirigentes sepan responder, para animar una reunión de Grupo y una Ultreya. He leído en la internet algunas definiciones de Reunión de Grupo y Ultreya avaladas por algún secretariado, que describen a medias la realidad de nuestra herramientas de evangelización, personal y comunitario. Es muy conocido que las verdades a medias son peor que la mentira. No creo que se haga de mala fe. Pero se contribuye a crear un ambiente diferente a la idea del fundador y del propio carisma.
Tendremos que encontrar en los dirigentes cursillistas el fracaso de muchas Reuniones de Grupo (R de G) y Ultreyas, o ¿será que nosotros no alcanzamos a entender en profundidad la vivencia del cursillo? Puede ser una doble razón, de falta de apoyo directivo y desinterés cursillista.
Si analizáramos el fracaso desde la falta de animación por desconocimiento de los dirigentes, se debería mirar con seriedad la importancia de la Escuela de Dirigentes del movimiento de Cursillos de Cristiandad.
Escuela dedicada a interpretar las ideas originales del MCC de su propio Carisma y de la claridad del mensaje cursillista y del trabajo evangelizador y del aporte a la Iglesia. La Escuela debe ser capaz de descubrir la vocación de servicio del dirigente, capacitándolo en las cosas de cursillo, interesándolo y animándolo para desarrollar actividades en el Secretariado y en el cursillo tres días. El llamado a los cursillistas a integrar la Escuela de Dirigentes debería ser, considerando haber terminado su periodo de rodaje, un tiempo prudente de no menos de un año en su práctica de la Reunión de Grupo y de Ultreya y su interés incondicional de servicio al Movimiento, a los cursillistas, y a la  Iglesia.  Si pensamos que el aporte a la Iglesia se traduce exclusivamente al trabajo parroquial, estamos limitando la función de la Escuela y encerrando su función en las cuatro paredes del templo.
La Escuela de Dirigentes no limita al cursillista para que sirva en su parroquia individualmente, solo que además en su calidad de dirigente cursillista debe conocer su propio Carisma y descubrir en la Escuela su vocación de servir en el MCC como lo hemos dicho, y prepararse fundamentalmente para animar las R de G y las Ultreyas, prepararse para servir en el Secretariado y en el cursillo tres días. No es una tarea menor, es un apostolado que lleva dedicación y espíritu de sacrificio, que sin oración y la fe puesta en Cristo, sería imposible de conseguir.
Cuanto dirigente llega a ocupar cargos de importancia en los secretariados del MCC, con el buen animo de servir, pero con la limitación de vivir los vaivenes de quienes no tiene, ni la vivencia, ni el aporte que una Escuela con las características de una Reunión de Grupo y la firmeza del carisma, finalidad y Método entregan a la vocación de servicio. Es tan perjudicial a la marcha del MCC que sus dirigentes  lleguen a administrar una empresa exitosa al secretariado, con reglas, imposiciones y controles; olvidando lo mas importante de un ser humano, que es su ser de persona. Y QUE UN SECRETARIADO FUNCIONA SOLO SI SE COMPRENDE QUE ES LA PRIMERA REUNION DE GRUPO EN LA DIOCESIS. DONDE LA AMISTAD DEBE SOBREPASAR TODA REGLA Y DIFERENCIA, DONDE SE PRACTICA EL AMOR, LA UNIDAD Y EL ESPIRITU DE SERVICIO HASTA EL SACRIFICIO Y LA RENUNCIA PERSONAL. Sin esta condición es notorio que un secretariado esta en dificultades y problemas con suma urgencia de reflexionar, y auto criticarse con la sana intención de rectificar para el bien del Movimiento en general. Lo mejor que tiene un Secretariado es su desarrollo con el Espíritu de la Reunión de Grupo, lo que también es valido para el desempeño de la Escuela de Dirigentes. Recurriendo al espíritu de humildad de cada integrante del secretariado o de la Escuela, siempre y durante mi tiempo de cursillista he tratado de hacer comprender que nos es posible servir, desarrollar una amistad sincera, impulsar el movimiento y conducirlo con la orientación adecuada, si no se adquiere por todos, y cada uno de sus miembros el amor y la amistad, que Cristo nos muestra. Es muy difícil que el movimiento camine en la dirección adecuada sin amistad, el juicio y el malentendido. Todos sabemos que el Movimiento es: lo que son sus dirigentes.
 Actuar con un criterio empresarial, en que lo que no es eficiente, no sirve, rompe hasta la misión de nuestro propio Salvador que vino por lo imperfecto, que vino por los que fallamos, que vino a ayudarnos a ser mejores y a servirnos. ¿Habrá alguna similitud con lo que el MCC persigue?
Es muy importante la estructura, y como muchos dicen, es hasta un mal necesario, pero si hay algo que he escuchado en mi vivir cursillista, es que nuestros secretariados, desde el nivel menor al mayor, locales, nacionales, o internacionales; jamás se constituyen como una torre de mando. Nacen como instituciones exclusivas de servicio, de apoyo y de guía para mantener la pureza y el conocimiento del Carisma cursillista, de su Método y su finalidad.
Después de haber vivido por la Gracia de Dios varios cursillos en mi calidad de servidor, he llegado a la conclusión personal, que la participación en el cursillo, periódicamente de los dirigentes tiene  varias connotaciones. Muchas de ellas muy negativas, que provocan desanimo en los cursillistas:
1.- Sentirse con derecho a ser nominado en un equipo, por antigüedad, incluso sin interés por ser miembro de la Escuela de Dirigentes del MCC y traspasar su experiencia a los mas nuevos.
2.- Sentir el halago de haber sido llamado a un equipo, por la satisfacción de ser tomado en cuenta pero sin ningún compromiso posterior de servir al nuevo cursillista.
3.- Participar de un cursillo como dirigente dedicado exclusivamente a cumplir con la preparación previa. Sentirse funcionario, sin vivir la riqueza del cursillo nuevamente, que lo renueva en su cristianismo y lo mantiene activo en el servicio.
4.- No tener claridad en que se hacen cursillos para que hayan reuniones de grupo, y no reuniones de grupo para que hayan cursillos.
5.- Desconocer que el cursillo tres días es parte de un Método, que necesita imprescindiblemente la fusión con el Precursillo y Postcursillo para completar la labor evangelizadora del MCC.
Existe en algunos secretariados la fascinación por realizar el cursillo tres días. Lo que no se puede dejar de mirar como una gran virtud, en especial si ese cursillos, tiene la virtud de realizarse lo mas cercano  posible al cursillo original. Pero sino existe interés por completar el Método que comienza en el Precursillo y se se continua en el cuarto día del Postcursillo. El cursillo tres días habrá perdido toda su eficacia, y el cursillista terminara abandonado y con el triste recuerdo de haber vivido algo maravilloso, con ilusión entrega y Espíritu de caridad, cara a cara con Cristo, pero hoy guardado en el corazón por falta de incentivo de quienes le mostraron que vivirían en un cursillo perenne.
En mis 25 anos de cursillistas, resulta hasta doloroso mencionarlo, como mas del 90% de los cursillistas del cuarto día, habiéndose encontrado con Cristo y con la firme decisión de mantenerse con la Ilusión, la entrega y el espíritu de caridad perseverando y sirviendo a Cristo desde el MCC lo abandonan y el frio invierno canadiense les congela y descolora la pasión adquirida en los tres días del cursillo y se olvida y traspapelan las notas escritas, tomados de nuevo por ambiente que nos gana el combate una ves mas.
Hay que ser justo, este fenómeno me consta, hace meditar seriamente a algunos secretariados en los que he participado. Se descubren errores de dirigencias y fracasos en la conducción de un mal Precursillo y un peor Postcursillo.
 Es interesante meditar sobre la necesidad de evitar el alejamiento de los cursillistas y de las razones que les impiden integrarse a una Reunión de Grupo, o del abandono prematuro por perder la ilusión, la entrega y el espíritu de caridad, que adquirió y vivió en su cursillo. Puede que el desinterés por participar se deba a que el importante rollo seguro total, no les clarifico suficiente la importancia de la reunión de grupo y la Ultreya y de mantenerse en un cursillo permanente en su cuarto día.
Para estudiar y reflexionar  algunos detalles que pueden producir abandono o desinterés por perseverar, después de vivir un cursillo, crece enormemente en valor, una profunda, real y descarnada evaluación del cursillo recién vivido, por sus dirigentes, para analizar si el cursillo no ha sido suficientemente claro en su mensaje, por falta de preparación o de organización.
El desarrollo del cursillo, mantiene  una máxima que se debe mantener en nuestra vida cursillista.” No esta bien, que lo que hoy hicimos bien, mañana no pueda estar mejor”. Quizás si nos revisáramos permanentemente, podríamos dar mejor vida y salud al MCC, evaluando no tan solo, la marcha de un cursillos sino todas las actividades a las que estamos llamados a animar, y a cuidar de los adornos que los buenos siempre tratan de imponer.
Tampoco es justo que esta meditación adquiera la exclusividad de ser única, o que nunca nadie se haya inquietado por tratar de dar vida a las Reuniones de Grupo y las Ultreyas. Siempre hay dirigentes preocupados por alumbrar el camino cursillista verdadero, a manera de ayudar a nuestro cristianismo y también al real y verdadero apostolado; que a través de la amistad hagamos posible el anuncio del Reino, convencidos que Dios nos ama en Cristo, y dedicados a que este anuncio llegue al máximo de personas, privilegiando, aunque no necesariamente, al mas alejado de la Iglesia y de los Sacramentos.
Las reflexiones de estos dirigentes, observaron el éxodo cursillista al poco tiempo de haber vivido su cursillo, se inquietaron al igual que lo hacemos hoy. Lo que dio nacimiento a un esquema de Rodaje para el cursillista desde su Reunión de Grupo, que reforzara algunos puntos básicos de dicha Reunión.
Se descubrió que la Reunión de Grupo pierde toda su eficacia, sino se han estudiado algunas condiciones que van a dar vida a la Reunión, como la necesaria claridad y comprensión de nuestro trípode de Piedad , Estudio y Acción. Y el incentivo del recuerdo permanente de la Hoja de Servicio, que conscientemente y con gran entusiasmo prometimos en nuestro cursillo tres días.
Si no vivimos esto, en nuestra Reunión de Grupo, y no  lo meditamos por falta de conocimiento, vale decir porque no lo entendemos bien, corremos el riesgo de aburrirnos, exclusivamente por nuestra culpa y no por lo que cursillo nos regala. Se transforma en un deber del dirigente hacer que las herramientas que el cursillo nos regala sean bien comprendidas, verdadera claridad en el encuentro conmigo  mismo, con Cristo y con la Comunidad, dando testimonio de esta realidad.
El cursillista debe tener una claridad de lo mas importante que le regala la Reunión; que es asegurarle la permanencia de la Gracia de Dios en todos nosotros. Además debe tener también  muy claro que  la Reunión de Grupo, es la amistad elevada al terreno de lo trascendente, vale decir de lo sobrenatural. Y la amistad es la forma mas profunda, agradable y eficaz de toda la convivencia humana, para ir realizando el cristianismo, pero un cristianismo vivo, real y cercano, se trata de ver a Cristo histórico, pero mejor sentirlo en las realidades cotidianas, lo que nos llama como dice Bonnín a desarrollar nuestra capacidad de asombro. La Reunión nos debe ayudar a descubrir nuestro momento cerca de Cristo, que hagan crecer esta capacidad de asombrarnos y  de la maravillas que Dios obra en nosotros.
La Reunión de Grupo, en un proceso casi imperceptible, donde prima el amor y la amistad, va desnudando, descubriendo nuestros egoísmos, soberbias, orgullos y lentamente el hombre viejo va dando lugar al nuevo. Cada semana, sin obligarnos, libremente, la Reunión nos permite pensar en voz alta, y cada ves con mayor alegría damos testimonio de la lucha semanal que el cristiano vive, como cualquier otro, solo que dispone de las herramientas que el cursillo le sugirió para su cuarto día. Así el buen manejo y equilibrio de su trípode de Piedad, Estudio y Acción, constancia y fidelidad a su Hoja de Compromiso, el desarrollo de su capacidad de asombro, al encontrarse con un Cristo vivo, normal y cercano, en su propio ambiente. Todo hace que en el corazón del cursillista nazca su espíritu de servir a Cristo en los demás, vivir en la Voluntad de Dios y ser fiel a Su Palabra.
Mi experiencia de la vivencia en el caminar cursillista esta sembrado de dudas. Dudas que se presentan especialmente cuando he llegado, en mi condición de dirigente, a servir en algún cargo, y aun teniendo la mejor voluntad me he sentido perdido sin saber como llevarlo a buen termino. Nunca faltara quien trate de ayudar para salir adelante y hay que acordar que no todas las recetas son muy completas y se termina sirviendo con lo mejor que se recibe y con lo mejor que se tiene. Pero la idea es mantenerse fiel al Carisma, al Método y la finalidad del MCC. Por experiencia, siempre el desconocimiento de estos conceptos provocara desviaciones, deformaciones y hasta discusiones innecesarias que pueden llegar a provocar desunión y a comprometer la sencillez del MCC.
Por la Gracia de Dios, hoy día la internet se puede también aplicar para buenas obras. Hay muchas publicaciones cursillistas de diferentes secretariados en Canadá y en el mundo. Todas con muy buena voluntad de servir y otras no tanto  Algunas con buena información, pero incompleta, por desconocimiento o deliberadamente (no debemos juzgar), pero una verdad a media, todos sabemos que es peor que la mentira.
Entonces la recomendación es la de nuestro Santo Padre el Papa Francisco que nos recomienda ser fieles al Carisma Original y no hay mejor publicación que la Fundación Eduardo Bonnín . En ella encontraremos siempre lo que debemos hacer y como hacerlo. Si la Escuela de Dirigentes mantiene un dialogo con esta Fundación de Nuestro Fundador, siempre caminaremos por el camino simple y sencillo, y con la claridad y simpleza de cada actividad con la que Cristo nos llama al servicio desde el MCC fundamentalmente en la PERSONA, por sobre toda reglamentación. El respeto, el amor y la amistad con la PERSONA nos hará cumplir con nuestra evangelización cursillista de acercar a Cristo y a los Sacramentos al alejado, y nos hará un movimiento con una inquebrantable UNIDAD.
Todos sabemos que la Reunión de Grupo y la Ultreya, son el torrente sanguíneo, que al igual que en el cuerpo humano, mantienen la vida del Movimiento de Cursillos. Cuando se descuidan estos dos elementos vitales el movimiento entra en crisis y llama a agotar medios para normalizar la situación. La invitación a la “Hora Apostólica “ de este año en la Diócesis de Hamilton trae un incentivo con las palabras del Fundador, con las que voy a terminar esta reflexión en voz alta y dice:
¿Qué se entiende por fidelidad al Movimiento de Cursillos de Cristiandad?
Ser fieles a la estructura de su Método y no enredar las cosas dictando órdenes que oculten su sencillez, como poner limites a la edad, no teniendo en cuenta su personalidad o que primero tenga que ir el marido antes que la mujer al cursillo. Que una vez hecho el cursillo, se complique la vida al cursillista con actividades que le desubican del lugar en que esta, y que le quitan entusiasmo para influir en su ambiente y en su mundo, etc. etc. ( Eduardo Bonnín)
De estas pequeñas recomendaciones hay muchas otras que es necesario escuchar y poner en practica. No podemos olvidar que nuestro Movimiento es una inspiración del Espíritu Santo en la Persona de Eduardo Bonnín Aguiló.

¡¡¡De Colores!! 
Froilán Solis